lunes, 7 de enero de 2013
La pregunta...
Todo había cambiado tan rápido. Sin que se diera cuenta. Se podía decir que el blanco tornó a negro en un segundo. Y para cuando vio la diferencia de colores ya era tarde. Porque siempre lo era. Tenía que admitir que pudiera que los otros tuvieran razón, demonios, el mismo pensaba que la tenían; pero eso ya no importaba. No importaba nada en absluto y aún así tenía que saberlo. Sabía que ahora lo mejor era simplemente olvidarse, encerrar aquella maldita pregunta en un lugar oscuro y húmedo de donde no pudiera sacarla de nuevo; lo sabía y aún así no lo haría. Seguiría teniéndola en su cabeza hasta que la soltara. Y estaba convencido de que cuando sus labios pronunciaran cada palabra todo terminaría allí mismo. No habría vuelta atrás. Por eso quería que su memoria perdiera aquella cuestión; pero la fuerza que le impelía a seguir adelante era demasiado poderosa, no la podía frenar, nadie podía. La haría, puede que no fuera mañana, puede que no fuera pasado mañana, pero sería pronto y, aún así, ya era demasiado tarde.
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