martes, 16 de abril de 2013

"hora"

Era la hora, la hora más siniestra, la hora más oscura. Esa en la que no hay ninguna luz. Esa en la que los hombres se guardan en sus casas. Esa en la que sólo se escuchan silencios.

martes, 9 de abril de 2013

Las Siete y Media

Estaba de espaldas, sentado en el sofá, con las piernas colgando de uno de los reposabrazos. La habitación estaba en penumbra, sólo una pizca de luz se atrevía a luchar contra las sombras, colándose a través de las rendijas en persianas y cortinas. Eran las siete y media de la mañana de un mes lluvioso de marzo.

Me acerqué casi sin hacer ruido y acaricié su hombro al tiempo que preguntaba con voz silenciosa.

-¿Por qué lloras?
Su cabeza, de castaño dorado, se giró, dejandome ver su cara con unos ojos verdes manzana anegados por las lágrimas. La abracé y sentí el calor tibio de su cuerpo a través de la camisa celeste que llevaba.
-Porqué hay momentos felices de los que sólo puedes sacar conclusiones tristes.

viernes, 5 de abril de 2013

De Gris y Negro

Escucha, lo oirás un preciso instante antes de que todo alcance su fin. Será un grito silenciso que rasgará la noche de tus entrañas abriéndose paso hasta tus sueños despiertos. Una advertencia burlona que sólo entenderás cuando sea demasiado tarde, dejándote la certeza de que todo está perdido y que ya nada depende de ti.

Reforja

Los fuelles respiraban pesádamente el aire de brasas que los rodeaba. De vez en cuando siseaban como si les fallara la fuerza y emitían un débil pitido. Las sombras fantasmales se proyectaban contra las paredes con un aura rojiza, y los rincones se volvían más oscuros, cuando el carbón encendido vibraba con una vida ígnea al recibir el aire ardiente. El metal brillaba con un relámpago de fuego en sus entrañas mientras recibía los truenos de acero guiados por aquel hombre de aspecto hosco y cansado, con unos fuertes brazos y un ancho tórax, protegidos por un pesado y grueso peto de piel ceniza. El sudor se deslizaba libre por la piel enrojecida, sólo para precipitarse contra un suelo que nunca llegaba a alcanzar al fundirse con el aire en un abrazo vaporoso.

-¡Es imposible!-Bramó el hombre mientras volcaba sobre su tronco desnudo un cubo de agua para refrescarse.-Esa espada no volverá a cantar en un campo de batalla.
Al otro lado de donde estaba se movió una figura cuyo cabello tenía ya más de monte nevado que de oscura noche. Dejó escapar todo el aire despacio antes de abrir la boca.
-Arreglar lo que se ha roto no siempre está en nosotros, por mucha voluntad que le pongamos.
-Me cuesta aceptarlo.
-No puedes reparar la voluntad quebrada de otra cosa u otra persona; sólo puedes apartarte y aguardar.


Nota: Metafóricamente hablando.

jueves, 4 de abril de 2013

Sin Titulo

[...]
-Me da una pena terrible, ¿sabes?
-Sí y no deberías pensar más en ello.
-Lo sé, lo sé, pero es que no lo entiendo. El porqué me ronda la cabeza y no consigo sacármelo. Necesito saberlo, quiero saberlo y, creo, que lo que más me destroza de todo esto, lo que más me duele, es que nunca llegaré a saberlo. Sólo puedo aspirar a conjeturas, porque no puedo formular la pregunta y, aunque la formulara; la respuesta no sería más que una mentira.
-¿Y eso no es un porqué?
-No, en absoluto. Como sea, esto se ha terminado. Eso es lo único de lo que estoy seguro.

[...]
-¿Sabes qué?
-No.
-Fuimos demasiado ingenuos.

[...]
-Cada vez que me acuerdo, me da coraje, de verdad. Y no paro de acordarme.

[...]
-Creo que los humanos son estúpidos. No, espera. Estoy convencido de que son estúpidos.
-¿Entonces deberíamos exterminarlos?
-¿Para qué? No merece el esfuerzo, son tan estúpidos que harán el trabajo por nosotros.

[...]
-Viendo todo lo que ha pasado, te digo que te equivocas completamente, tanto como yo me equivoqué al principio.

[...]
-Al menos salí de dudas, aunque fuera para constatar lo que yo ya sabía, porque desafortunadamente siempre tengo razón. Aunque estoy bastante seguro que el día que decida no cuestionarme a mi mismo, será el día que me equivoque.
[...]

-Venga tío, eso no puede ser más un topicazo, no sé como puedes creértelo. Y más siendo tú como eres.
-No, si yo al principio tampoco me lo creía, pero en la vida hay gente que se empeña en que los tópicos sean una realidad. Vamos, esto es como la silla, puedes cerrar los ojos y pensar que la silla no está ahí, pero si llega alguien y te la rompe en la crisma; por mucho que te empeñes en que no vas a tener reconocer que la silla existe y está ahí, o estaba. Y a mi, en concreto, con éste me lo han demostrado con una buena patada en la boca y otra en los cojones. Así que ya ves, la próxima vez que alguien me diga que esto es así, no me quedará más remedio que agachar la cabeza, sonreírle estúpidamente y decirle: "Tiene usted toda la razón".


[...]

-No lo entiendo, de verdad que no.
-¿El qué?
-A la gente, tío, a la gente. Parece como si tuvieran un interruptor en alguna parte, porque si no, no lo entiendo.
-Pero el qué.
-Nada, olvídalo. Tú tampoco lo sabes, espero. Ojalá algún día venga alguien y me lo explique.

[...]

-Supongo que todo pasó al otro lado del espejo.

miércoles, 3 de abril de 2013

El Valle...

Este era un lugar donde el verdor mostraba todos sus tonos. Miles de florecillas de cientos de colores desprendían sus dulces y suaves fragancias. El agua discurría clara y rápida. Allí se agrupaban un montón de albaricoques que daban la fruta más dulce que jamás podrías probar. El cielo siempre se veía azul y salpicado por nubes de algodón. Podías tumbarte durante horas en el manto verde, y dejarte acariciar por el viento mientras sentías como la felicidad te embargaba de la cabeza a los pies, mientras tu mirada se perdía sobre los picos aún blancos de nieve.

Pero todo eso fue antes de que la ceniza lo cubriera todo. Un polvo gris, ácido y esteril, que asfixió la última brizna de hierba, que quemó cada árbol y cada flor, y que tiñó el cielo de su mismo color, convirtiéndolo en un único tono. Y, poco a poco, esa misma ceniza abrasa cada recuerdo dulce y feliz que tengo de este lugar.

¿Recuerdas...?

El otro día, después de hablar contigo y de pensar en todo lo que ha pasado en las últimas semanas, no pude evitar la sensación de que "todo esto ya lo había vivido antes". Mi mente buscó las similitudes demasiado cerca en el tiempo, por lo que las descarté, aunque la certeza imprecisa y que no era capaz de ubicar, estaba ahí, jugando al escondite.

No fue hasta la semana pasada que las piezas del puzzle encajaron. Desde luego que todo esto ya lo había vivido y, viéndolo con cierta perspectiva, las similitudes diría que dan miedo. Sí, cambia el escenario y cambian los actores (aunque algunos repiten) pero la obra sigue siendo la misma.


Recuerdo con claridad que llovía aquel día, incluso alcanzo a atisbar entre los rincones de mi memoria algunos colores de las paredes, de las luces, de los marcos de las puertas. Era el año 99 y estábamos a una semana de Semana Santa, eso también lo tengo claro. El lugar, un hotel de Salamanca.

La puerta de la habitación estaba abierta y charlaba con un amigo sobre como estaba siendo el viaje, sobre cómo lo estábamos pasando, y sobre otras muchas cosas, entre ellas, chicas; en muchos casos, con nombre y apellidos. Recuerdo claramente las palabras que pronuncié en algún momento y que parecieron arrojar una especie de maldición, un hechizo catastrófico; capaz de destruir. Al día siguiente todo había cambiado. Lo que debía de haber estado ahí a la mañana siguiente, había desparecido. Sólo quedaban cajas destempladas, ojos que miraban sin ver, y un silencio tan profundo que podías asomarte y caerte para perderte en él. Después de eso, sólo quedó el paso del tiempo que, como un pintor paciente y preciso, iría dando capas color olvido hasta que sólo hubo nada.


Y ahora recuerdo un día mucho más cercano, por las fiestas de Navidad, no podría precisar si 2012 o 2013, en el que hablaba tranquilamente con un amigo por el Skype y como aquella vez del 99, aparecieron las palabras "mágicas" que habrían de ser catastróficas. Y de nuevo se invocó el silencio y el olvido.Esta vez intenté resistir un poco más el poder de mi propia voz, pero ha sido un vano gesto por mantener una ilusió ya hecha pedazos, pedazos tan pequeños que sólo quedaba un montón de polvo dispersado por el viento.


martes, 2 de abril de 2013

Silencios

[...]

-¿Por qué te marchaste?
-¡Je! Que me marché, dices. ¡Ojalá hubiera sido así! Dejé de ir allí, sí, pero porque ya no era bien recibido. Desafortunadamente hay muchas maneras de decirle a alguien que se largue, que está sobrando. Miradas, gestos y, sobre todo, los silencios. Los silencios son la mejor forma, porque nadie más que tú los oye; para los demás pasan desparecibidos, y cuando alguien nota algo, es que ya no estás y todos creen que te has ido sin motivo y sin razón... Nadie se da cuenta de que te han echado, ni tan siquiera los que lo hicieron. Y entonces vendrán respuestas equivocadas a rellenar ese porqué cargado de silencio.
-¿No estás siendo dramático?
-¿Para qué...? Dime, sinceramente, porqué crees que no volví. Bueno, déjalo, no te voy a obligar a mentirme para animarme, o a decir unas palabras sinceras que creas pueden herirme. Aunque me gustaría, allí no queda nada para mi. No es la primera vez, ni, aunque me gustaría, será la última.

[...]