El otro día, después de hablar contigo y de pensar en todo lo que ha pasado en las últimas semanas, no pude evitar la sensación de que "todo esto ya lo había vivido antes". Mi mente buscó las similitudes demasiado cerca en el tiempo, por lo que las descarté, aunque la certeza imprecisa y que no era capaz de ubicar, estaba ahí, jugando al escondite.
No fue hasta la semana pasada que las piezas del puzzle encajaron. Desde luego que todo esto ya lo había vivido y, viéndolo con cierta perspectiva, las similitudes diría que dan miedo. Sí, cambia el escenario y cambian los actores (aunque algunos repiten) pero la obra sigue siendo la misma.
Recuerdo con claridad que llovía aquel día, incluso alcanzo a atisbar entre los rincones de mi memoria algunos colores de las paredes, de las luces, de los marcos de las puertas. Era el año 99 y estábamos a una semana de Semana Santa, eso también lo tengo claro. El lugar, un hotel de Salamanca.
La puerta de la habitación estaba abierta y charlaba con un amigo sobre como estaba siendo el viaje, sobre cómo lo estábamos pasando, y sobre otras muchas cosas, entre ellas, chicas; en muchos casos, con nombre y apellidos. Recuerdo claramente las palabras que pronuncié en algún momento y que parecieron arrojar una especie de maldición, un hechizo catastrófico; capaz de destruir. Al día siguiente todo había cambiado. Lo que debía de haber estado ahí a la mañana siguiente, había desparecido. Sólo quedaban cajas destempladas, ojos que miraban sin ver, y un silencio tan profundo que podías asomarte y caerte para perderte en él. Después de eso, sólo quedó el paso del tiempo que, como un pintor paciente y preciso, iría dando capas color olvido hasta que sólo hubo nada.
Y ahora recuerdo un día mucho más cercano, por las fiestas de Navidad, no podría precisar si 2012 o 2013, en el que hablaba tranquilamente con un amigo por el Skype y como aquella vez del 99, aparecieron las palabras "mágicas" que habrían de ser catastróficas. Y de nuevo se invocó el silencio y el olvido.Esta vez intenté resistir un poco más el poder de mi propia voz, pero ha sido un vano gesto por mantener una ilusió ya hecha pedazos, pedazos tan pequeños que sólo quedaba un montón de polvo dispersado por el viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario