jueves, 20 de junio de 2013

Palabras

Ahora pienso que fui un arrogante demasiado ingenuo, que lo he sido durante demasiado tiempo, y que es posible que aún lo sea, aunque tal vez menos que antes. Jamás usé un poema de los que ya se escribieron para decir: te quiero, preferí trazar yo los versos porque sentía el deseo de amarte con mis palabras. Jamás tomé un fragmento prestado para decir: te quiero, preferí buscar mis frases llenas de mis palabras. Pero lo que no entendía, lo que no alcanzaba a comprender, ni mi corazón, ni mi mente, ni mi alma, es que jamás usé mis propias palabras... Porque todas y cada una de las palabras que yo sé, las pronunciaron ya otros labios o las escribieron con tinta otras manos. ¡Qué arrogancia desesperada! ¡Qué ingenuidad tan joven!

No duermo pensando y sintiendo una manera de decirte, que te quiero y que te amo, una que jamás nadie haya usado antes.

Y la he encontrado, justo en ese momento en el que ni estás despierto ni aún has entrado en el sueño, ese momento entre el aquí y el allí, ese momento entre la realidad y el sueño. Por eso te pido que dejes caer tu oído sobre mi pecho y escuches, escuches cada latido, cada uno de ellos que son la voz de mi corazón; esucha porque sé que nunca jamás alguien dijo que te ama, que te quiere, con estas palabras; porque ellas no existían antes de ti.

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