viernes, 7 de junio de 2013

Despertar

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Palpitaba bajo la piel, lo notaba con cada latido. Miró su propio brazo lleno de terror mientras clavaba las uñas en la carne, buscando con desespero aquello que venía reptando bajo la cutánea superficie desde la propia médula del hueso. La piel se agrietó en llagas de carmesí y zafiro, dejando salir por cada una de ellas lo que nacía desde el interior. Su respiración cesó y la vista se volvió negra. Cuando los postigos sobre sus ojos se abrieron pesados, pudo ver una masa de color rojo tirada sobre el suelo repleto de hojarasca dorada. Ya no era más lo que una vez fue, ahora era algo nuevo, era lo que siempre había sido. Sabía que le había alcanzado el despertar.

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