miércoles, 5 de junio de 2013
La Maldición...
Supongo que tu destino era convertirte también en un montón de cenizas besado por el viento en mi memoria. Hubo un tiempo que, este olvido forzado y la lejanía de los actos que una vez fueron tan cercanos como para acariciar mi alma, dejaban en mi un sabor amargo; pero ya no es así. Sólo, tal vez, puedas ver en el interior de mi mirada un atisbo de la espina que la falta de tus palabras clava en mi corazón. Y sé que es de ahí de dónde surgen las lágrimas secas que nunca lloré. Hoy eres tú, mañana, no lo sé y del ayer apenas recuerdo más que vagos borrones que una vez quisieron ser. Con el paso de los años, de los decenios e incluso de las centurias, he comprendido que lo que una vez imaginé un don, una recompensa, resultó ser el más terrible de los castigos. Una maldición que me perseguirá hasta que el tiempo se detenga y por fin la nada lo abarque todo.
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