jueves, 20 de junio de 2013
Inevitable
Nadie me preguntó el porqué de mi gesto y de mi mirada, nadie lo vio, nadie se percató; y es lo normal en este mundo donde no es necesario inventar la capa mágica de la invisibilidad. Caminamos ciegos, sólo con ojos para esa pantalla de letras y colores, caminamos sordos, sólo con oídos para esos auriculares. Caminamos sin saber que pasa a nuestro alrededor. El sol golpeaba inclemente, con una fuerza sádica, por eso la gente se apiñaba bajo la débil sombra que proyectaba la cornisa. El aire no se movía, aprisionado por el calor. Miré a un lado y a otro, el tren se desdibujaba varios cientos de metros, avanzando. Mis pasos llevaron a mis pies justo hasta el límite, la línea amarilla que vela por nuestra seguridad. Mis ojos quedaron fijos en las vías mientras escuchaba el traqueteo de acero cada vez más cercano. Nadie supo que en mi cabeza se libraba una batalla por evitar lo inevitable.
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