lunes, 5 de diciembre de 2016

3 Palabras (4)

Siempre lo había sabido, que la libertad, la de verdad, no se encontraba en hacer lo que uno quisiera siempre, lo que le viniese en gana a cada momento, no, eso no era libertad para nada; sólo se trataba de una cárcel que nosotros mismos construimos con ladrillos de egoismo. No, la verdadera libertad se encontraba en aprender de todo, a cada instante y, desde luego, sonreír, sonreír hasta que no fueran sólo los labios los que se cansaran de hacerlo, si no todo el cuerpo.

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