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-"¡Christina! ¡Lo lograste!" Vociferé para que me oyera mientras la veía alejarse. Ella giró un poco la cabeza y logré atisbar lo suficiente de su cara, iluminada por el rojo del atardecer, para ver como me miraba sonriendo mientras movía loslabios y decía "adiós". Y esa fue la última vez que la vi.
-¿Está usted seguro?
-Completamente, y su duda en mi palabra me ofende enormemente.
-Lo lamento señor Wells, pero debo preguntar para estar seguro, y entenderá que la historia que nos cuenta es difícil de creer. Casi parece un tipo de cuento fantástico.
-Tengo que admitirlo, nada de todo esto parece real. Por ese motivo sólo admití hablar con usted, jefe inspector Lestrade. Dada su relación con lo extraordinario pensé que era el único que podría creerme.
-Le creo, pero he de atenerme a los hechos y, por el momento, estos suenan demasiado inverosímiles.
-Se lo repetiré una vez más, mi hermana siempre tuvo ese soplo de genialidad que, desafortunadamente, por ser mujer, nunca le dejaron explotar; pero ella perseveró para perseguir su sueño. Sólo yo estaba al tanto de su proyecto, sólo que jamás creí que llegara tan lejos.
-Entonces, ¿mantiene qué su hermana desapareció en alguna clase de aparato volador con alas?
-Por supuesto, es exactamente lo que pasó, y querría que lo llamara por su nombre, aeroplano.
-Así que, su hermana construyó un "aeroplano" y se fue volando con él. Creo que esto le habría encantado.
-¿A quién?
-Sherlock Holmes, es una lástima que desapareciera.
-Todos los grandes lo hacen algún día, pero creo que ese tal Sir Arthur Conan Doyle se está encargando de que ninguno lleguemos a olvidarnos de él.
-Desde luego, desde luego, me ha visitado en más de una ocasión.
-Lo dice como si fuera algo malo.
-No sabe lo irritante que llega a ser con sus preguntas.
-No lo crea, puedo hacerme una idea.
-Insinúa usted que...
-Por favor jefe inspector, no ponga esa cara, sólo bromeaba.
-Dejémoslo y continuemos con los hechos. Su hermana desapareció este mismo catorce de Julio, a media noche.
-Aproximadamente.
-En una máquina voladora, un aeroplano.
-Es correcto.
-¿Y quién podría tener interés en dañar a su hermana según usted, señor Wells?
-No diría que nadie quisiera dañarla, pero si tuviera que apostar por alguien pensaría en los americanos.
-¿Los americanos? ¿Se refiere a esos fabricantes de bicicletas?
-Efectivamente.
-Diría que estoy tan loco como usted sólo por escucharle. ¿Cómo se llamaban estos americanos?
-Hermanos Wright.
-¿Y por qué iban a tener algún interés en su hermana?
-Porque jefe inspector, el día antes de que probara su aparato y desapareciera estuvo reunida con ellos. Desde el alba hasta el anochecer.
[...]
Espero que os guste, he aunado realidad y ficción mezclando personajes que, en la realidad, difícilmente podrían haber coincidido; pero he preferido forzar los límites del tiempo para crear esta pequeña y corta invención en un homenaje a todos ellos; cada uno por un motivo.
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