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En un día como hoy, no puedo evitar preguntarme si nuestras voces volverán a intercambiar palabras; porque ahora sólo alcanzo a escuchar silencios. Tengo que reconocer que me sorprendiste con enormidad, tres veces. La mayor de ellas, la última, que fue como si se sumaran las dos primeras y luego se multiplicaran por menos diez; más de lo necesario para engullir en el vacío las anteriores y lanzarlas a un recuerdo muerto de olvido. En realidad, si lo pienso, no logro entender y lo único que consigo es embriagarme de pena, de un manto pesado que me impide llegar allí.
En la noche me asalta la hiriente cuestión de cuanto erré al entender, y me pregunto si, pronunciar más palabras enderezarán este rumbo errado que sólo lleva a un lugar repleto de borradas memorias muertas.
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