"La Bahía", como llamaban cariñosamente a la plataforma de aterrizaje de la brutal mole arquitectónica conocida en el mundo entero como, "El Cíclope", se mostraba bajo ellos. Las turbulencias durante el trayecto fueron más de las que cualquiera de los tres en el interior del vehículo habrían admitido como aceptables, por lo que tenían el fuerte deseo de verse en tierra. Si es que a la base donde "El Cíclope" se cimentaba podía llamársela así. Construído en mitad del Atlántico Norte, sobre unos enórmes pilares que se hundían kilómetros bajo el océano hasta anclarse en el fondo, se elevaba mil quinientos metros por encima de la superficie del agua. Desde allí, desde aquella torre de vídrio, acero, titáneo y carbono, el CNU. Centro de Naciones Unidadas, (UNC. United Nations Center en sus siglas en inglés) controlaba los pasos de todo el globo. Se suponía que era una salvaguarda para evitar que sucedieran nuevamente hechos como los que incendiaron Europa y USA, y tras ellos gran parte del mundo, en el 2070; cuando por fin, los efectos de la crisis económica que comenzara en el 2008, se hicieron reales para tal número de la población mundial, que la insurgencia y la rebelión brotó en cualquier lugar. La estafa de las grandes corporaciones empresariales oculta bajo "la crisis", finalmente había quedado descubierta y, con el tiempo, tomada como inaceptable. Tras un periodo de 9 años en el que la guerra asoló la mayor parte del planeta, precedida de la miseria y el hambre, en el 2079, el 23 de Noviembre a las 12 del medio día, según el horario de Greenwich, la guerra cesó. Las inmensas fortunas acaudaladas por unos pocos se repartieron entre muchos y, de alguna manera, el contador se puso a cero. Una vez más. Así nació, en el 2083, cuatro años después, el CNU, con la misión de controlarlo todo y a todos, para evitar una nueva tragedia.
Sabía desde el principio que la llevarían allí, siempre era ese el protocolo, pero los rostros que se cruzaban por los pasillos con sus ojos azules (en aquella ocasión) mostraban una clase de tensión que no era la típica del estrés en el trabajo. No, era algo más. No sabía aún el qué, pero lo averiguaría. En ese momento dedujo que no iban a salir del edificio en una buena temporada. No habían ido en su busca para darle un montón de informes y usar su experiencia de campo en cualquier lugar del mundo, no. Esa vez "cualquier lugar del mundo" sería, ni más ni menos, que la sede central del CNU. No pudo evitar sentir un cosquilleo en la nuca. Una sensación hueca que siempre avisaba de problemas. Habían entrado por arriba, por el helipuerto en la parte más alta del edificio, lo que significaba que se encontraban en la última planta. Seguramente, sólo los de allí supieran que algo había pasado. Bajar un piso más habría sido encontrarse de cara con la normalidad. Pero que algo alterara a los que lo veían y escuchaban todo, era, cuanto menos, para no descartar la preocupación y, por qué no, algo de miedo. No pudo evitar preguntarse qué reto iban a presentarle y si estaría a la altura.
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