<< Es curioso cómo una imagen que antes te hacía vibrar el corazón de entusiasmo, puede convertirse en algo que sólo provoque repulsa, primero, y luego la más absoluta de las indiferencias >>
Héctor alzó los ojos de lo que estaba haciendo y se encontró con la espalda de Aníbal al otro lado de la habitación, justo ante la ventana, con la mirada hacia fuera. Era imposible saber a qué se refería. Sus manos se mantenían ocultas, por lo que Héctor no podía saber si tenía, o no, el "smartphone", cosa más que probable porque rara vez lo soltaba, ni para comer; o si bien, simplemente, su vista se paseaba por la nada colorida calle a la que daban las vistas de su salón-comedor. Héctor no se molestó en preguntar, simplemente agachó la cabeza y siguió con su tarea. No quería saber a qué se refería su compañero de piso. No quería saberlo de verdad, con convencimiento. La experiencia le había enseñado que, ciertas cosas era mejor mantenerlas en la ignorancia. Aunque desde luego suponía lo que en esos instantes Aníbal ponía bajo sus ojos. No, realmente no lo suponía, tenía la certeza de lo que era: alguna foto, en el móvil o que acababa de ver en Internet, en cualquiera de las muchas páginas "de amigos".
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