jueves, 7 de marzo de 2013

La Entrevista

Miré a su cara llena de arrugas, que como los anillos de un árbol contaban cada año y cada experiencia. Pero lo más significativo eran sus ojos. En ellos se dibujaba toda una vida plena, menos un leve brillo lejano y escondido lleno de tal vez, de quizá, de arrepentimiento.

Llevado por mi curiosidad no pude evitar lanzarle la pregunta a pesar de que ya habíamos terminado la entrevista y casi lo habíamos recogido todo.

-Sé que ha tenido una buena vida, me lo ha dicho y se le ve en la cara, además, por lo que todos saben así ha sido, pero, ¿hay algo de lo que se arrepienta? ¿Algún error del pasado que le gustaría corregir?
No olvidaré como suspiró, tomó aire, relajó la cara y sus ojos se volvieron más brillantes mientras se perdían viendo algo que no estaba allí. Sus labios casi dibujaron una sonrisa triste.
-Sí hay algo de lo que me arrepiento, sí, una única cosa.

Me eché un poco hacia delante, con mis oídos ávidos por conocer la respuesta, por oír qué me iba a contar.
-Sí... De no haberle dicho que la amaba, que la amaba con locura, a la única mujer que realmente mereció que lo hiciera, a la única que habría merecido la pena mirarla y decirle "un te quiero".
-Pero nunca es tarde para eso.-Dije entre esperanzado, triste y asombrado.
-Para mi me temo que sí lo es. Demasiado tarde desde hace cinco años.
Su voz casi se apagó, y dos lágrimas recorrieron los laberintos en su cara, hasta encontrarse al final de la barbilla justo antes de precipitarse al vacío.

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