lunes, 11 de mayo de 2020

Puerta Norte (i)


               El pasillo estaba en llamas. Las cortinas y los tapices eran rápidamente devorados por el fuego. Sus colores e hilos se convertían en humo y cenizas. La creciente nube de humo que invadía lenta pero inexorablemente todo el espacio amenazaba con ahogarlo. Talur se tapó la boca con la manga e intentó no respirar todo lo rápido que el miedo le provocaba. La piel le dolía por el calor. Las lágrimas se evaporaban antes de formar surcos en su rostro lleno de hollín. Logró controlar el pánico lo suficiente como para determinar una ruta, un objetivo. Rodeado de lenguas de fuego llegó frente a la puerta de la habitación de su hermana pequeña. Llevó su mano hacia el picaporte y lo hizo girar. El mundo de Talur se convirtió en un atronador rugido de color rojo. Levantó el brazo izquierdo en un vano intento de protegerse el rostro. Su cuerpo menudo salió despedido y cayó al patio desde el primer piso. Rodó varios metros y logró incorporarse terriblemente aturdido. Un fuerte olor a grasa y piel quemándose le alcanzó la nariz antes que el dolor frío y terrible le hiciera gritar. Sus ojos se llenaron de terror cuando vieron que su brazo izquierdo estaba ardiendo. Salió corriendo intentando apagar la llama que consumía su piel y su carne. En algún punto en su frenética carrera llena de dolor y miedo se lanzó contra un montón de nieve a un lado del camino. Rodó varios metros deslizándose por la nieve que quedó tintada de rosa y gris allí por dónde caía hasta golpear contra un montón de arbustos secos y espinosos. Lo último que sus ojos vieron antes de cerrarse el sutil y brillante corte de la curvilínea luna en el cielo de la noche.

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