martes, 2 de septiembre de 2014

Sin lugar a dudas...

¡Brillantes! Brillantes y llenas de color era como se describían las calles de Salnará. Nadie que la visitara usaría otras palabras ni mostraría otra cosa en su cara que no fuera una enorme sonrisa mientras las pronunciaba. En cada plaza de la ciudad podía uno participar en justas, bailes, juegos de cartas y de dados, festines; escuchar música y poesia, disfrutar del teatro... Miles de artistas pululaban por cada rincon de la ciudad con sus vistosos trajes, inundandolo todo de colores: alegres o tristes. No había ninguna persona de Salnará que no fuera feliz y se sintiera afortunada de haber nacido allí, y de entre aquellos que la visitaban ninguno deseaba marchar jamás, excepto tal vez Gerjo quién no veía el momento de salir de allí. Miraba siempre a las gentes siempre con una sonrisa en la cara, de atracción en atracción, ya fuera creándolas o participando en ellas, y no podía evitar preguntarse cómo era posible que ninguno de ellos quisiera algo más. Se había dado cuenta pronto, Salnará podía considerarse  un brillante y colorido cielo en la tierra, pero para un pensador como él, aquella ciudad era lo más parecido al infierno. Sin lugar a dudas.

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