<<El problema es que a veces una palabra puede ser demasiado. Demasiado breve. Demasido larga. Demasiado tarde. Demasiado afilada. Demasiado para que unos oídos la escuchen, unos ojos la lean, una lengua la saboree o unos dedos la toquen. Y eso genera miedo a nuestra propia voz, a nuestros propios trazos. Un miedo atenazante y que llena de silencios. Querría simplemente mirarte y decirte que quiero conocer que más se esconde entre tus páginas, saber cual es el final de la historia que narras con cada latido, mirada y suspiro; porque sé que aún no he llegado a pasar de la primera línea de la primera página. Y es que si tuviera que condensarte en un sólo golpe de voz me viene únicamente a la cabeza: "enigmática".>>
<<¿Se puede saber qué haces hablándole al espejo?>>
<<¡Nada! ¡Simplemente, nada!>>
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