miércoles, 7 de septiembre de 2016

El Pacto de los Amantes

... El silencio de la multitud, la ausencia de rostros en un mar de caras, el frío gélido del invierno en un día de verano, una luz suave y vibrante donde el sol golpeaba con toda su fuerza, todo esto y más los rodeaba; pero no importaba. Nada importaba, sólo sus miradas, sólo el sonido de sus corazones acelerados, sólo el tacto de su piel. Respirar no era fácil, apresados los pulmones por el anhelo del momento, atenazado el estómago por la demora, por la impaciencia. Una sonrisa que únicamente el otro podía entender cruzó uno de los rostros, uno sobre un cuello cuyo cuerpo se escondía dentro de una piel blanca, larga y aterciopelada, una piel que era suya nada más que aquel día. La magia, únicamente visible para sus ojos, ganaba fuerza, completando cada punzada que había de tejer las hebras del hechizo que transformaría dos vidas en una vida de dos vidas y, al fin, llegó ese primer beso después de muchos, ese último beso al que seguirían muchos más, ese beso...

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